recuerdos del porvenir

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sobre el tiempo

  • Estoy y estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.
  • ¿De dónde llegan las fechas y a dónde van? Viajan un año entero y con la precisión de una saeta se clavan en el día señalado, nos muestran un pasado, presente en el espacio, nos deslumbran y se apagan. Se levantan puntuales de un tiempo invisible y en un instante recuperamos el fragmento de un gesto, la torre de una ciudad olvidada, las frases de los héroes disecadas en los libros o el asombro de la mañana del bautizo cuando nos dieron nombre.
  • Basta decir la magia de una cifra para entrar en un espacio inmediato que habíamos olvidado.
  • «Algún día recordaremos, recordaremos», se decía con la seguridad de que el origen de la fiesta, como todos los gestos del hombre, existía intacto en el tiempo y que bastaba un esfuerzo, un querer ver, para leer en el tiempo la historia del tiempo.
  • Los días se convierten en el mismo día, los actos en el mismo acto y las personas en un solo personaje inútil. El mundo pierde su variedad, la luz se aniquila y los mil agros quedan abolidos. La inercia de esos días repetidos me guardaba quieto, contemplando la fuga inútil de mis horas y esperando el milagro que se obstinaba en no producirse. El porvenir era la repetición del pasado. Inmóvil, me dejaba devorar por la sed que roía mis esquinas.
  • Buscaron algo impreciso, algo a lo que no lograban darle forma y que necesitaban para cruzar los innumerables días que se extendían ante ellos como un enorme paisaje de periódicos viejos, en cuyas hojas se mezclan con grosería los crímenes, las bodas, los anuncios, todo revuelto, sin relieve, como hechos vaciados de sentido, fuera del tiempo, sin memoria.

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  • sobre mexico
    • Los pistoleros eran la nueva clase surgida del matrimonio de la Revolución traidora con el porfirismo.
    • Abacuc era un antiguo zapatista. Cuando Venustiano Carranza asesinó a Zapata, Abacuc guardó silencio, dejó las armas y se dedicó al pequeño comercio. Viajaba de pueblo en pueblo, montado en una mula, vendía baratijas y se negaba a hablar del gobierno carrancista. Enigmático, vio como después Obregón asesinó a Carranza y tomó el poder para más tarde pasárselo a Calles.
    • Y aunque también celebramos el primer siglo de la Independencia, mis fuegos de artificio y mis trajes de gala se hundieron en el polvo levantado por las carretelas desbordantes de embajadores extranjeros, las cabalgatas brillantes y los cohetes de Pekín que incendiaron la capital.

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  • Y afuera de los muros que guardaban al mundo que vivía adentro de Julia, estaba ella.
  • Nunca tomaba parte en la plática; sentada con recato, oía caer palabras y las aguantaba estoicamente como quien aguanta un aguacero.
  • El criado se hundió en una tristeza polvorienta que lo dejó solo en la habitación llena de voces y de humo. Era menos que un extraño, no existía, no era nadie, y en su calidad de nadie se miraba los pies dentro de sus huaraches usados con la única esperanza de desaparecer.
  • "—repitió Conchita marcando las silabas."
  • El general la contempló largo rato. Las primeras sombras naranjas de la noche entraron a través de las persianas. Los pies de Julia con los últimos reflejos del sol cobraron una vida efímera y translucida, ajenos al cuerpo envuelto en la bata rosa. El calor de la tarde acumulado en los rincones se reflejó en el espejo de la cómoda. En un vaso los jacintos se ahogaban en su perfume, del jardín llegaban aromas pesados y de la calle un polvillo seco. Francisco Rosas salió de puntillas. Se sentía vencido ante el silencio.
  • «Soy Isabel Moncada, nacida de Martín Moncada y de Ana Cuétara de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el primero de diciembre de 1907. En piedra me convertí el cinco de octubre de 1927 delante de los ojos espantados de Gregoria Juárez. Causé la desdicha de mis padres y la muerte de mis hermanos Juan y Nicolás. Cuando venía a pedirle a la Virgen que me curara del amor que tengo por el general Francisco Rosas que mato a mis hermanos, me arrepentí y preferí el amor del hombre que me perdió y perdió a mi familia. Aquí estaré con mi amor a solas como recuerdo del porvenir por los siglos de los siglos».

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